El club orureño en sus últimos días en la División Profesional. La situación no cambia, ya no se trata de un simple descenso de categoría, ahora lucha para no desaparecer

25 de octubre de 2021, 8:11 AM
25 de octubre de 2021, 8:11 AM

El telón baja lento. La obra es de treinta actos, van veintitrés y uno de los protagonistas ya no tiene fuerzas para seguir adelante y anuncia su abandono.

San José paga el precio por la irresponsabilidad de sus dirigentes y a la indiferencia de sus hinchas durante tanto tiempo. Perdió la categoría y está al borde de la desaparición, como otros clubes que pasaron por la Liga del Fútbol Profesional Boliviano.

El llanto de los hinchas afuera del estadio Hernando Siles y la de los jugadores, agrupados, al final del partido ante Bolívar, aprovechando la transmisión oficial de televisión para pedir a la Federación Boliviana de Fútbol que ayude a solucionar su situación, resumía el dramático momento del club orureño

Quienes estuvieron a cargo del Santo en el último lustro lo fueron llevando a esta situación inmanejable por la enorme deuda contraída, a pesar de haber sido campeón y obtenido millonarios ingresos por su participación en la Copa Libertadores de América.

Los hinchas dejaron que esas personas destruyeran a su club, fundado el 19 de marzo de 1942, por una actitud pasiva. Fueron testigos de hechos raros como que una deuda de cerca de 10 mil dólares termine de pronto siendo de ¡1 millón de dólares!, o que se pague el préstamo de un jugador que no jugó ningún partido y se pague un préstamo de ¡1.250.000 dólares!

Ambos montos representan casi el cincuenta por ciento del total de la deuda de la institución orureña, que en junio de este año ascendía a 5.396.574 dólares.

El descenso de categoría es un hecho irreversible desde hace varias fechas, pero ahora corre el riesgo de desaparecer porque el tribunal de honor del club tiene intenciones de declarar a su institución en quiebra y no se presentaría a jugar los partidos que restan, con el riesgo de ser desafiliado, lo que derivaría en la pérdida de su razón social.

Este momento contrasta con la época de oro que vivió a principios de los años 90, con dos subcampeonatos consecutivos en 1991 y 1992, y la conquista del primer título nacional en 1995, tras ganarle dos finales a Guabirá.

Años en los que el equipo de la 'V' azulada era casi local en todos lados por la gran cantidad de hinchas que convocaba, con la popular barra denominada “quirquigans”, con jugadores de la talla del mundialista José Daniel Valencia.

Esa vez, dirigido por el uruguayo Walter 'Cata' Roque, ganó el título con Luis Ibarra, Carlos Laime; Javier Paz, Marco Uriona, Freddy Cossío, Marco Herrera; Douglas Cuenca, Juan Carlos Daza, Eduardo Villegas, Celio; Roly Paniagua, José Ernesto “Mono” Campos, Arturo García, Hugo Rodríguez, Erlan Paz, César Rafael Martínez, y Miguel Terán.

Otros momentos de orgullo fueron el empate en el estadio Morumbí de Sao Paulo, ante el tricolor brasileño, con gol de Lorgio Antelo, y el partido en Guayaquil ante el Barcelona en 1996, disputando el pase a la segunda ronda, definido a penales.

Después de tanta felicidad hubo un momento de tristeza porque empezó a flaquear el apoyo y a fallar la conducción del club. En 1999, san José descendió de categoría después de perder la serie del descenso indirecto ante el equipo de Mariscal Braun de La Paz, y regresó al seno de la Asociación de Fútbol de Oruro, como sucederá ahora, si no desaparece.

Volvió rápido a la Liga. Al año siguiente, al derrotar a Primero de Mayo de Trinidad se instaló nuevamente en la primera división.

Después vivió otros momentos de felicidad en la División Profesional.

El segundo campeonato obtenido en 2007, denominado 'Max Ramírez', bajo la conducción del entrenador orureño Marcos Ferrufino.

Venció a La Paz FC, con Daniel Vaca, Luis Palacios, Enrique Parada, Limbert Pizarro, Abdón Reyes, Sandro Coelho, Rolando Ribera, Alejandro Gómez, Richard Rojas, Mauricio Saucedo, Lisandro Moyano y Alex da Rosa, en sus filas.

Y el último, con Eduardo Villegas, en el torneo Clausura 2018, que generó tres millones de dólares a las arcas de los orureños, pero que fueron despilfarrados, provocando la crítica situación actual.

Curiosamente, varios de quienes son parte de esa última gran alegría son acreedores del popular equipo de la ciudad de Pagador.

En tres años, San José contó con 8 presidentes, una directiva de transición, y hoy está en manos del tribunal de honor.

El manejó de la economía fue tan desprolijo, que de 2018 a la fecha, la entidad orureña acumuló 5.396.574 de dólares de deuda.

Debe 3.176.574 a entrenadores, jugadores y clubes que tuvieron un vínculo con la institución, que siguieron procesos a través de FIFA; 650.000 a jugadores que recurrieron al Tribunal de Resolución de Disputas (TRD), 70.000 por procesos laborales; y 1.500.000 a Impuestos nacionales.

La lista de acreedores incluye al club Huachipato de Chile (1.250.000 dólares), Nahuel Quiroga (277.000 y 234.214), Julio César Uribe (190.000), Omar Asad (185.500), Miguel Ponce (151.000), Juan Pablo Domínguez (135.000), Marcos Barrera (112.000), Marcelo Gomes (101.600), José Luis Tancredi (79.646), Cristian Alessandrini (75.000), Javier Sanguinetti (77.500), Kevin Ceceri (50.000), Rodrigo Sánchez (43.800), Iker Hernández ( 34.440), Heber Leaños (20.240), Atlético Rafaela, Argentina (15.832), Enrique Montecinos (9.166), José Caraballo (7.000), Juan Manuel Leroyer (7.000). A esta nómina hay que agregarles a Eduardo Villegas, Carlos Lampe, Carlos Saucedo y Rodrigo Ramallo.

La historia de San José está a punto de replicarse en otros clubes que han tenido la mala suerte de quedar en manos de gente que toma decisiones equivocadas y comete errores imperdonables, sin rendirle cuentas a nadie, ni importarles que juegan con la pasión de mucha gente.

Al parecer San José ya no es Oruro, ni Oruro es San José, aquel bonito y pegadizo eslogan que resumía la pasión de un pueblo y su gente alrededor de un club, que por culpa de unos cuantos, entristeció a miles de personas.

El Santo no tuvo quien le haga el milagro de salvarlo de esta gran crisis que se veía venir y que nadie la detuvo. Porque no se trata de una simple debacle deportiva que le cuesta el descenso de categoría, aquí se trata de una situación grave que pone en riesgo la subsistencia del club.