Desde las 8:00 de ayer, censistas y supervisores llevaron adelante el registro de los datos poblacionales y de vivienda del país. La desconfianza y el rechazo inicial dio paso a la necesidad de ser tomado en cuenta en los formularios de los censistas

24 de marzo de 2024, 4:00 AM
24 de marzo de 2024, 4:00 AM



El despertador programado para las 7:00 de la mañana. Tener lista la camisa blanca o una polera del mismo tono, a solicitud del supervisor de zona. Llegar al recinto censal tipo 7:30, registrarse y buscar tu bolsa, de plástico transparente, del Instituto Nacional de Estadísticas (INE). Revisar que tengan los formularios, la tabla con el mapa, la credencial, la cartuchera con un lápiz, goma y tajador y los adhesivos de vivienda “CENSADA”.

Así fue el inicio, quizás con algunas diferencias regionales, de la jornada laboral para los censistas y supervisores voluntarios, que a escala nacional sumaron 876.000 empadronadores encargados de llevar adelante el Censo Nacional de Población y Vivienda 2024, que tendrá un costo de unos $us 80 millones.

Ya en la calle, se busca el segmento y la manzana a censar. En Santa Cruz (La Guardia) el día estuvo soleado y con viento.

-Buen día soy…y vengo a censar

-Buen día ¿es obligatorio? No tengo a mano mi carnet. ¿Por qué usa lápiz? ¿No va borrar lo que le digo, no?

Fueron las observaciones más recurrentes con las que uno se encontró. El temor y cuestionamiento a las preguntas del nombre, de si tiene o no auto, de si tiene familiares en el exterior o dónde vivió en 2019, en principio hicieron tenso el registro de los datos.

A Luis, censista voluntario, le toco trabajar en el distrito municipal 2 (norte hasta el cuarto anillo) de la capital cruceña.

“En las primeras cuatro viviendas se mostraron reacios participar en el censo. Poca paciencia y amabilidad. Criticaban el uso del lápiz y querían tomar fotos de sus respuestas. Mucho temor, pero no violencia”, contó Luis.

Donde si se mostraron más aguerridos fue en el distrito 6 de la Virgen de Luján y octavo anillo. Carmen Rosa, supervisora tuvo que pedir apoyo a la Policía para que los censistas cumpla con su labor de registrar a las personas.

“Habían algunas personas llegadas desde Potosí que se resistían a ser censadas y se mostraban violentas. Decían que ya mandaron sus documentos a Potosí y que ahí los estaban censando. Se les explicó que eso no era válido, finalmente aceptaron ser registrados”, relató Carmen Rosa.

Mejor inicio tuvo el censista Miguel, que tuvo que trabajar por inmediaciones del aeropuerto de Trinidad (Beni).

“Me recibieron bien. Había como un compromiso de que se cense la mayor cantidad de personas por le bien de Trinidad. Así me fue más fácil llenar los formularios, en especial cuando se llegaba a las preguntas que tenían que ver con la salud y la calidad el servicio de agua o electricidad”, dijo Miguel.

Llega la empatía

Ya en la sexta vivienda el trato fue más amigable. Las quejas dieron paso al deseo de que estos datos lleguen al Gobierno para que el alcantarillado y el pavimento sean una realidad en los barrios de La Guardia. O que el gas domiciliario sea para todos y que el servicio del retiro de la basura mejore.

En La Paz, el compromiso por censar y ser censados se dieron la mano en el Hospital de la Mujer. Tres jóvenes censistas que eran de refuerzo fueron llevados a la zona de Miraflores para censar a las más de 160 personas que estaban en el lugar.

La supervisora Montserrat detalló que cada uno censó a más de 50 personas entre médicos, pacientes, personal administrativo, de limpieza y cocina.

“Muy buena predisposición de las personas. Preocupadas por contar si tienen agua potable, cómo es su casa o que tipo de servicio médico usan. Se notó compromiso”, destacó Montserrat.

Son casi las 15:00. El trabajo terminó. Se deben hacer un informe de la cantidad de viviendas y personas censadas, llenar el formulario C1 y C2 con lápiz y firmarlo con bolígrafo. ¡Será hasta el próximo censo!