29 de abril de 2024, 4:00 AM
29 de abril de 2024, 4:00 AM

El domingo 28 de abril, el Presidente del Estado, Luis Arce Catacora lanzó una arenga propia de un candidato presidencial. Lo hizo durante la inauguración del Congreso Ordinario de la Federación Departamental Única de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de La Paz Bartolina Sisa, en el municipio paceño de Sapahaqui.

En su alocución Arce se refirió a sus principales opositores. “Ellos son los que ahorcan la economía del pueblo boliviano. Hay que darles una respuesta, y esa respuesta, seguramente, la vamos a tener en las urnas, donde ahí vamos a definir estas cosas”, sentenció.

En términos de análisis del discurso político, las palabras de Arce tienen una clara interpretación: habló el candidato y no el Presidente. Era un secreto a voces. Lo bueno es que con esa declaración se agota el cansino libreto repetido por el vocero Jorge Richter, la ministra de la Presidencia, María Nela Prada, o la viceministra de Comunicación, Gabriela Alcón, quienes insistieron hasta el cansancio que el Primer Mandatario estaba ocupado en su gestión y que era prematuro hablar de sus aspiraciones políticas.

Obviamente, la maquinaria electoral de Luis Arce se puso a trabajar mucho tiempo antes con dos objetivos claros: quedarse con la sigla del MAS y sacar del mapa a Evo Morales. Y para ello, por encima de los intereses del país, el Gobierno avaló la autoprórroga inconstitucional de las altas autoridades judiciales; a la vieja usanza de propio masismo promovió el paralelismo en varias organizaciones sindicales y pretende llevar a cabo un congreso ordinario en El Alto, sin la supervisión del Tribunal Supremo Electoral, en claro desconocimiento de la Ley de Organizaciones Políticas.

Por si fuera poco, si Arce persiste en ser candidato masista, tendrá que modificar el estatuto de su partido que establece un mínimo de 10 años de antigüedad como militante debidamente registrado en el Padrón interno, y hasta donde se sabe, recién se inscribió en 2018.

Paradójicamente, la Constitución permite que el Presidente busque la reelección, pero el estatuto del MAS lo impide.

Pero el presidente/candidato ha dado señales claras de su escaso apego a las reglas del juego democrático. Lo hizo al avalar con su presencia y silencio las amenazas lanzadas contra la Asamblea Legislativa por el secretario ejecutivo de la COB, Juan Carlos Huarachi, y en su alocución de este domingo pidió a las organizaciones campesinas que estén preparadas para presionar a la Asamblea Legislativa por la aprobación de los créditos que necesita su Gobierno.

Y en medio de la sórdida pelea interna del MAS está el país con una economía que se debilita día a día. El propio Presidente ha admitido que no hay gas ni posibilidades prontas de nuevos descubrimientos; en los últimos días se ha develado el fracaso de los proyectos de explotación de los recursos evaporíticos del salar de Uyuni; las calificadoras de riesgo tienen una evaluación del país muy poco alentadora y, lo más importante, la ciudadanía siente en sus bolsillos el lento e inevitable deterioro de la economía.

Casi ajeno a esta realidad, Luis Arce anunció hace poco los incrementos salariales para 2024 y lo hizo como si la economía gozara de buenos indicadores y como si las Reservas Internacionales estuvieran en niveles óptimos. Ante todo cuestionamiento técnico, los dirigentes de la COB declararon que los empresarios deben repartir las ganancias que, supuestamente, tienen guardadas en el exterior. Mayor demagogia, imposible.

Ahora todo comienza a tener más lógica. El candidato ha comenzado a gobernar el país y agotará extremos para conseguir votos. Peligrosa ruleta rusa para la economía y la democracia.

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